Al Real Madrid le sobraron 30 segundos de película. Se levantó del
cine, como el 90 por ciento de los espectadores de un cine, al intuir
los créditos finales todavía en la penumbra de la sala y olvidó que la
proyección no acaba hasta que el negro se apropia por entero de la
pantalla. Encajó un gol evitable, que no cambia en absoluto la eliminatoria
-el C.S.K.A. está igualmente obligado a marcar en el Bernabéu-, pero
que lastra el buen resultado que había mantenido durante casi una hora
de gris fútbol.
Costó demostrar que el equipo se había estudiado
la lección. Doumbia, Musa y Tosic rompieron la salida del balón
madridista con un poderoso desgaste, generando superioridades en ataque.
Ramos y Pepe entendieron el juego, nada de exquisiteces,
mejor perder el balón en el campo rival con una patada a ninguna parte,
como los recurrentes despejes de Casillas. Khedira, en cambio, pecó de
relajación con dos pases en horizontal, paralelos a la línea divisoria.
Por suerte para sus compañeros, recuperaró su sitio y se desdobló como
siempre, entre los dos centrales en defensa, apareciendo en la segunda
línea en el ataque. Hacia el alemán se dirigía el centro de Coentrao
que, gracias a un pésimo despeje de Schennikov, Ronaldo pudo definir a
gol.
Se abría la eliminatoria para el Madrid, al que le bastó la tercera llegada al área para marcar.
El primer intento, una volea desviada a cargo de Benzema, provocó la
lesión del francés. Tres semanas de baja, el tiempo justo para regresar
en el partido de vuelta. Higuaín cargó con el ataque con su
característico juego bravo aunque sin premio de cara a la portería.
Callejón, perdido en los instantes iniciales del segundo tiempo, recobró
el sentido y dejó una exquisitez sin premio antes de dejar su puesto a
Kaká, tan intermitente como Özil.
Algunos jugadores criticaron con
la boca pequeña al árbitro, el holandés Björn Kuipers, que bien es
cierto se mostró a veces demasiado permisivo en las acciones de
contacto. Pero Xabi Alonso -Dzagoev fue un quebradero de cabeza para el
tolosarra- y Fábio Coentrao -muchos problemas en defensa- deben
agradecerle a su criterio el que no acabaran en la calle. Tarjetas
propias del juego, no así como la de Sergio Ramos, "pico de oro",
que aún no ha entendido que la Champions deja muy poco margen de error a
los defensas y su comportamiento puede condicionar eliminatorias
futuras.
Tuvo que llegar el gol del empate cuando Raúl Albiol estaba ya sobre el astroturf del Estadio Luzhniki y los españoles decidieron blindar su zaga con cinco unidades.
Para Arbeloa y Coentrao, la raya divisoria tenía una segunda dimensión;
había una pared de cristal invisible que les impedía el paso al ataque,
aleccionados desde la banda por Mourinho. El entrenador portugués, que
estuvo a 30 segundos de repetir el resultado obtenido con el Inter hace
dos años, jugó pensando en 180 minutos con la mentalidad más austera del
Real Madrid en 2012. El gol de Wernbloom es una nueva enseñanza en el
camino hacia la perfección colectiva.
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